jueves, 13 de enero de 2011

BREVE CRONICA

25 de Septiembre, 5.30 de la mañana. Suena el despertador, rápidamente me despierto, me incorporo y.... aguardo sentado en el borde de la cama durante unos instantes. Esta situación, sin ser consciente, se repetirá durante los próximos 25 días.

Pero en esta primera mañana, me invade un sentimiento de temor. ¿Temor?. Sí, supongo que sí. Temor a dejar mi hogar durante un mes. Temor a dejar mi gente durante un mes. Temor de no saber lo que espera más allá de la primera esquina... Hace días que he tomado la desición, así que no puedo abandonar sin probarlo. Hay que levantarse.

A las 6 bajo a la calle. Ahí estan Martina y Sebas. Falta Jordi. ¿Y Jordi? Se ha quedado dormido...

De entrada, tengo problemas para ajustar la mochila y el accesorio delantero a mi cuerpo. Mientras esperamos la llegada de Jordi, Sebas y Martina me echan una mano con la mochila y el accesorio delantero. Por dentro me digo, ¡Xavier, has necesitado ayuda y aún no has empezado a andar!... Espero que con los días, me sea más ágil ajustarme la mochila y el accesorio delantero. Y así fue, excepto en este primer día.

6.20 de la mañana, una vez ya ha llegado Jordi salimos dirección a Santiago de Compostela.

En los primeros días, intento no fijarme en el aparato que me indica la distancia recorrida, pero inevitablemente, con el paso de los días, tengo que hacerlo para establecer unos mínimos planteamientos de las etapas: donde parar a desayunar, donde parar a comer, donde parar a hacer un café... Lo que en un principio era un "sobre la marcha" se transforma en algo esencial en mi día a día.

Me costará olvidar la 2ª y 3ª etapa. La sensación de que mis pies andaban sobre cristales rotos o sobre brasas al rojo vivo. Nunca había tenido estas sensaciones, nunca había tenido estos dolores y me desesperaba. Primero cada 10 kms, luego cada 5... y al final cada 15 minutos paraba para darme un masaje en los pies. El cansancio era el que tenía que ser o quizás un poco más, pero lo de los pies... Lo de los pies fue muy duro hasta que empezé a asimilar estas sensaciones y hasta que empezé a no desesperarme...

Había salido de casa con un planteamiento de 25 días para llegar a Santiago más 3 días opcionales por si tenía que utilizarlos. Antes de salir de casa tenía asumido que un día mínimo, ya fuera por cansancio, ya fuera por mal tiempo o por cualquier otra razón, lo iba a utilizar. Pero estando en la segunda etapa, me decía una y otra vez que si utilizaba ya un día de estos libres tendría otro handicap a superar, que sería el de no disponer de tantos días para más adelante cuando supuestamente iba a estar aún peor y posiblemente los necesitaría más. Así que no tenía más remedio que, en las primeras etapas y sobretodo en la primera semana, cumplir en lo máximo que pudiera con el guión que llevaba de casa. Yo solo me había metido en aquella aventura y yo solo tenía que ir avanzando y ayudarme en todo.

Otras cuestiones que me surgian en estos primeros días era si el día antes había hecho 50 kms o los que fueran, ¿hoy no los iba a hacer? ¿Qué diferencia había entre el día de ayer y el de hoy? No tenía prisa. Así que debía tranquilzarme en este sentido y avanzar sin ningún tipo de prisas.

Durante la 2ª y 3ª etapa, anhelaba que llegase el 4º día en el que tenía una etapa corta, para ver si allí podía recuperarme y sino era el caso, evaluar cuál era la situación para tomar alguna desición. Y la verdad, cuando finalicé esta 4ª etapa corta, pensaba en el día de mañana donde tenía de nuevo una etapa larga y veía que largo se me iba a hacer... me repetía una y otra vez, que si el día antes había conseguido hacerlo, ¿por qué no repetirlo?

Aún así, necesitaba un golpe mentalidad positiva urgentemente y por suerte llegó en esta primera etapa después del dia "corto". Era la 5ª etapa, y de noche aún, me metía por un bosque y por unos caminos que algo de miedo daban. Avanzaba rápidamente, esperando la luz del sol. Subí una dura subida a buen ritmo... y en lo alto de este pequeña montaña podía visualizar en dirección este la preciosa salida del sol. En estos momentos miré la distancia que había recorrido y ya eran más de 10 kms los que había hecho. Me sentía fresco... y en unos 3-4 kms iba a encontrar una area de servicio en donde poder desayunar. Fue un subidón saber que había avanzado tanto. Me sentía tan bien, que cuando llegué al área de servicio... me motivé para seguir hasta el siguiente pueblo (a unos 10 kms) y allí sí parar para desayunar. Llegar al siguiente pueblo era sinónimo de llegar prácticamente al ecuador de la etapa. Estaba eufórico y empezé a volar, eso sí, por los Monegros.

Fue a partir de esta etapa cuando empezé a plantearme las jornadas antes de salir del hotel. ¿Donde pararía a desayunar? ¿Y a comer?... Necesitaba, en etapas tan largas, dividirlas en más pequeñas. Y esto fue básico hasta la última de las jornadas.

Empezaba a sentirme mejor día tras día. Y ahora que empezaba a sentirme bien, recuerdo que creía en que iba a llegar a Santiago, no en 25 días...pero sí que iba a llegar, un pensamiento que después de la 3ª etapa me creaba muchas dudas. Había dejado atrás estas primeras jornadas con tanto sufrimiento.

Me sentía con suficiente fuerza incluso para avanzar más de lo que en el guión tenía previsto. Después de lo mal que lo había pasado entrando en Lleida, el objetivo en la 7ª etapa, no era otro que el de salir lo más rápidamente posible de Zaragoza y hacer noche fuera de la gran ciudad. ¿Entré y salí de Zaragoza? Sí, pero no lo más rápidamente posible. Fue un auténtico desastre... Por suerte, mi estado anímico ya había cambiado y ahora veía estas dificultades des de otra posición.

En la 8ª etapa, fue la única vez que me quedé sin alojamiento en la población en la que tenía previsto parar (Gallur), y me vi obligado a recorrer 12 kms más hasta la siguiente población, Mallén. Si he de ser sincero, me fue bien hacer estos 12 kms más, ya que así, al día siguiente tendría el desayuno a 12 kms de donde estaba y no a 24, y a más a más, haría una etapa corta, ya que me quedaría con 30 kms.

La 10ª etapa la recuerdo como la más dura, exceptuando los primeros días. Un fuerte viento en contra dificultaba mi marcha. Recuerdo que este día llegué al hotel muy agotado de piernas. Habían tenido que realizar un trabajo extra y recuerdo tener ataques de dolor, mientras intentaba relajarme después de la ducha. La siguiente etapa no fue tan dura fisicamente, aunque sí que lo fue de coco. Quería recuperar las piernas y no quería ir a ritmos altos, así que una etapa de 40 kms (muy inferior a la media) se hizo bastante larga. Pero como digo, había de recuperar las piernas. Esta etapa me llevó hasta las puertas de Logroño, una ciudad que cruzaría al dia siguiente. A más a más, después de tantos días, iba a encontrarme con todos los peregrinos provinentes de Roncesvalles y del famoso camino francés.

Aunque mi camino fue solitario en todo momento, aunque el caminar depende de uno mismo y no de otras personas... el hecho de ver a peregrinos me ayudó mucho en esta segunda parte de mi camino hasta Santiago.

Me sorprendió llegar a ver algunas personas que ya cojeaban. Luego pensé que igual estos hacían el camino por tramos y que en próximos años volverían donde lo dejaban. Llegué a sentir sensación de superioridad respecto al resto de peregrinos. Superioridad en el sentido de que el que más de allí llevaba poco más de 100 kms en 1 semana aproximadamente, y yo, en menos de 2 semanas había recorrido unos 400 kms. Me sentía afortunado de estar físicamente como estaba viendo al resto de peregrinos.

En esta segunda parte, todo iba ya más relacionado con el propio camino. La solitud y la sensación de qué coño hacía en unos lugares tan lejanos de Santiago desaparecieron al llegar a Logroño.

Sí hacía el camino en 25 días, entre Logroño y Burgos pasé el ecuador del camino... y aunque no quisiera, era inevitable que jornada tras jornada fuera restando los días que me quedaban hasta Santiago. 13, 12, 11... ¿Y si tenia que alargarlo uno o dos días? Por suerte, había superado el aspecto físico ya prácticamente... pero aún faltaba superar el meteorológico. No había llovido ningun dia y tenía claro que fijo que me iba a caer alguna de gorda.

Y llegó la lluvia el día después de Burgos. Amenazaba fuertes lluvias y tormentas y durante 3 días llovió, pero por suerte lo gordo cayó un dia por la noche.. Durante estos tres días que me pilló andando, en dos de ellos no me hizo falta ni ponerme el poncho.. y el día que llovió algo más, fue llevar el poncho 15 minutos. En Cataluña, en mi tierra, abundaban las inundaciones. Las lluvias eran muy fuertes. Y en cambio, donde a priori tenía que llover más que era donde estaba, el agua pasaba de puntillas. Tuve mucha suerte.

Pasados estos días de lluvía... o simplemente grises, el sol volvió a aparecer... y entonces si, tenía claro que llegaba a Santiago en 25 días. Aún así, antes había de modificar mi guión para evitar hacer noche en ciudades grandes como Astorga, León y Ponferrada... para así no perder tanto tiempo y no hacer más kilometros buscando hotel en estas grandes ciudades. En principio no tenía que tener problemas en las nuevas poblaciones de final de etapa... y así fue.

Pasado León ..., y más concretamente en Rabanal del Camino, el paisaje se transforma en más idílico... y para mi es aquí donde empieza el auténtico camino. Son unos 200 kms hasta Santiago. En medio solo una ciudad grande, Ponferrada, que me apresuré en cruzar.

El acceso a la comunidad gallega fue espectacular a través de una dura subida a O'Cebreiro, envoltado de unos paisajes espectaculares y bellisimos.

Quedaban 3 días para llegar a Santiago. Muchas ganas de llegar y romper con la rutina de tener que andar día si, día también.

Y por fin llegó el gran día, Palas de Rei - Santiago de Compostela. 69 kms hasta el final. Etapa larga, pero mentalmente y fisicamente sintiéndome como una moto. Aún así, durante esta etapa, del km 30 al 40 aproximadamente se hizo más duro de lo normal. Parar para comer me reactivó. Y a partir de allí, a disfrutar de los últimos 30 kms. Para esta útima etapa iba con un buen arsenal de opciones para salir de cualquier bajón: musica, geles... más lo mensajes de apoyo que iba recibiendo via mail, via sms o vía facebook.

A través del Facebook iba actualizando mi estado... "me quedan 50" , "me quedan 30", etc etc...

A medida que quedaba menos, leer los mensajes de movil y de facebook me emocionaban cada vez más... y la música ayudaba a ponerme la piel de gallina y a humedecerme los ojos. No paraba de venirme a la cabeza la 2ª etapa en la que tanto sufrí... ¡Lo estaba consiguiendo!

En todo momento, excepto quizás los kms del 30 al 40, controlé muy bien los tiempos para llegar a Santiago antes de las 9 de la noche, hora en que la oficina del peregrino cerraba y donde tenía que ir para conseguir la compostelana.

A 5 kms del final, en el último lugar emblemático del camino antes de la catedral de Santiago, en Monte Do Gozo... me senté, y entonces si, quise recordar con tranquilidad estos primeros días e intentar asimilar que estaba poniendo punto y final a esta aventura. Acompañado de música, resté sentado unos quince minutos.

Me abrigué, porque aún iba con manga corta... y muy tranquilamente fuí bajando hacía la ciudad. Solo faltaba cruzarla. Esta musica que tanto me había ayudado sonaba a todo volumen. (Alegría, de Cirque du Soleil)

A las 20.35h de la noche del pasado 19 de Octubre, después de 25 días y 1160 kms llegaba a la plaza de Obradoiro donde esperaban mis padres. Me dieron un beso y me guiaron hasta la oficina del peregrino.

Finalizaba así mi gran aventura.

Pedí a mis padres que me llevaran rápidamente al hotel, me llevaron a la habitación. Me quedé solo... y como 25 días atrás, me senté en el borde de la cama, pero esta vez pensando en lo que había hecho. Y sin querer empezaron a caer las lagrimas. El cuerpo empezó a flojerar y el cansancio de estos 25 días se apoderó de mi...

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